sábado, 19 de enero de 2013

Con la que está cayendo...

Actualizar un blog que va de gestión de la farmacia una vez al mes con la que está cayendo, dice poco de mi. Así que lo único que se me ocurre es lo siento, pero tal como dije hace unos días, llegar a todo es muy complicado a veces.
Gracias al APL del día 31 de diciembre, el mundo de la farmacia está revolucionado. Hay un gran debate abierto en las distintas redes sociales con opiniones para todos los gustos. En Twitter se puede encontrar #noacadenasdefarmacia o a favor de la liberalización, algunos defensores de la liberalización ven ahora con miedo que sean las cadenas las que puedan entrar y comerse el mercado de la farmacia español.
Mi idea con este post es la reflexión de cuatro puntos:

1. Os recomiendo la lectura de la Dra. Marín en su blog farmacia y salud: Cómo afecta el APL de Servicios Profesionales a las oficinas de farmacia. 

2. La National Pharmacist Association vuelve a sus orígenes y únicamente acepta a miembros "independientes" no acepta a grandes cadenas de farmacia.

3. La liberalización a la portuguesa. 

4. Requerimientos para abrir una farmacia en Reino Unido (existe un elevado control de entrada también).

Me gustaría añadir aquí un breve comentario de las cadenas de farmacia vs independientes de mi experiencia laboral en el Reino Unido.  Como farmacéutica vendí muchas coca colas y bocadillos en las farmacias en las que trabajé. Aprendí a trabajar de manera estandarizada como locum que era, trabajando de la misma manera en todos los sitios a los que iba. Vi mejores y peores farmacias y fue una gran escuela (o lo hacías muy bien todos los días o no te volvían a contratar). La idea de trabajar cada día en un sitio diferente hacía que muchos usuarios no se fiaran de ti (oh, no está la farmacéutica de siempre... tengo que volver a explicar mi caso de nuevo). Nadie hacía más de lo que estaba en el manual; frases como (I have not been trained for that o I am sorry, I can not help you with that) eran comunes, aunque también encontrabas casos contrarios. Notaba la presión de llegar a unos determinados targets aunque estuviera en contra de ellos. Lo que de verdad me impresionaba es que no se daban medicamentos que exigían receta médica nunca (nada de Ventolín de mostrador, ni omeprazol de 20mg ni enalapril que se me han acabado las pastillas nena) ni mucho menos de antibióticos. Y también lo que me pareció muy correcto es que el trabajo del farmacéutico no lo hacía el técnico ni viceversa, cada uno sabía qué función tenía y lo que debía hacer, cada uno tenía su papel y si no había farmacéutico de turno, la farmacia no se abría (he visto colas de gente esperando para entrar al establecimiento cuando algún día llegaba tarde).    
Hace un mes en una cena informal coincidí con un alemán y cuando le conté que era farmacéutica me dijo que ellos evitaban ir a las cadenas a toda costa en Londres. Preferían el trato de las independientes, aunque conllevara pagar un poco más pero recibir un trato más personalizado. Es curiosa esta imagen que recibe el pequeño comercio cuando muchas veces eso es una falacia, yo he visto precios de parafarmacia en muchas farmacias que son más competitivos que los de los centros comerciales, pero claro la percepción de un comercio respecto a otro es muy diferente.
El otro día me manifesté abiertamente en Twitter en contra de las cadenas, creo que intentar copiar un modelo anglosajón con otro estilo de vida y costumbres, no es a lo que debemos aspirar. Ahora bien, sí creo que es necesaria una reflexión de cómo está montado el sistema para ver qué podemos hacer para mejorar entre todos.
Y cierro este post con otra lectura recomendad la del post de blog, en este caso de los intereses de los agentes implicados ante la liberalización farmacéutica.

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